SANTO DOMINGO.- El Estadio Quisqueya se convirtió en un crisol de ritmos y emociones la noche del sábado, cuando tres grandes de la música unieron sus talentos en un espectáculo inolvidable. Marc Anthony, Manuel Medrano y Manny Cruz, cada uno con su estilo distintivo, transformaron la capital dominicana en una fiesta de cuatro horas que fusionó salsa, pop y merengue en un solo escenario.
La noche arrancó con la dulzura de la guitarra de Manuel Medrano, cuyo tono monocromático rojo y letras en neón anunciaban un espectáculo lleno de pasión y letras profundas. Desde su primer acorde, el público quedó cautivado por su interpretación de «Miel» y otros éxitos como «Bajo el Agua». Medrano, con su voz envolvente, saludó a la República Dominicana con calidez, dejando una huella imborrable en los corazones de sus fans.
Luego llegó el turno de Manny Cruz, quien hizo vibrar el estadio con la alegría y el ritmo del merengue. Vestido de blanco, con su equipo de bailarines brillando junto a él, Manny se conectó de inmediato con el público al entonar «Santo Domingo», una celebración de la cultura dominicana que resonó en cada rincón del estadio. Su energía contagiosa y su amor por el merengue hicieron que la audiencia no pudiera dejar de moverse.
Pero la euforia alcanzó su punto máximo cuando Marc Anthony, el “Flaco de Oro”, tomó el escenario. Con su inconfundible chaqueta negra y jeans, el ícono de la salsa bajó por las escaleras y, al compás de «Pa’ allá voy», encendió una llama que no se apagaría hasta el final del concierto. Durante más de una hora, Marc Anthony llevó al público en un viaje musical que abarcó desde sus clásicos como «Valió la Pena» hasta las nuevas joyas de su repertorio. Con cada paso de salsa, con cada nota mantenida, Marc no solo cantaba, sino que vivía la música junto a su audiencia.
La noche fue un vaivén de emociones, desde la nostalgia con «Hasta que te conocí» hasta la explosión de alegría con «Vivir mi vida». Y aunque Marc intentó despedirse, el clamor del público lo trajo de vuelta para un encore inolvidable con «Tu amor me hace bien», cerrando la noche con un beso al suelo en señal de agradecimiento.
Este concierto no fue solo un espectáculo; fue un homenaje a la música latina, una noche en la que tres artistas, con estilos tan diferentes, demostraron que la música tiene el poder de unirnos, haciéndonos cantar y bailar al unísono bajo las estrellas de Santo Domingo.